lunes, 29 de agosto de 2011

Sobre el préstamo de la Universidad Nacional


Suang Moreno y Sergio Fernández, Bogotá, Diciembre 6 de 2010.

Constan
cia presentada por la representación estudiantil ante el Consejo Académico, Suang Moreno por Posgrado y Sergio Fernández por Pregrado

La historia de la Universidad Nacional está íntimamente ligada al proceso de construcción de un proyecto de nación, es claro que a cada proyecto de nación le corresponde un proyecto de Universidad. Por tanto, el debate sobre el quehacer de la universidad tiene todo que ver con el quehacer de la nación, sería completamente descabellado considerar la universidad y sus estamentos como entes atomizados que no reaccionan a las presiones del entorno nacional. Al respecto la historia nos brinda ejemplos invaluables, ejemplos no solo de que en efecto a cada modelo de nación le corresponde un modelo de universidad, sino ejemplos además, de que existen diferentes formas de asumir los proyectos hegemónicos de nación y de Universidad. Mencionemos el ejemplo de la Universidad Alemana en medio del proyecto del llamado nacional socialismo. En su momento el debate tuvo por un lado a Bertrand Russel y a José Ortega y Gasset convergiendo en torno a la denuncia de la instrumentalización política de la universidad por parte del régimen nazi, y por otro lado a Martin Heidegger quien en su discurso de posesión como rector de la Universidad de Freiburg invitaba a la entrega ilimitada en defensa de las fuerzas de la tierra y de la sangre.
Dicho lo anterior se hace necesario contextualizar el debate en Colombia a fin de ubicar la discusión, esbozando brevemente cual es el tipo de proyecto nacional que se ha venido implementando ya hace casi dos décadas, proyecto de nación que hoy se erige hegemónico y que apela al discurso de la formación de capital humano por encima de la formación humana, dejando al vaivén de las fluctuaciones económicas el devenir del Derecho a la Educación que ya no es concebida como derecho sino como una mercancía más, y que incluso va más allá, proponiendo congelar los derechos sociales y económicos de los colombianos a través de la llamada sostenibilidad fiscal, reglamentada por medio de una regla fiscal que no busca otra cosa que asegurar el sostenimiento de la deuda pública, que dicho sea de paso, en los últimos 10 años se triplicó, pasando de 65 billones a 170 billones de pesos, a pesar de que el país sacrificó los derechos sociales y económicos de la población en beneficio de la deuda. A este proceso de desmonte de los derechos y garantías de los colombianos responde el marchitamiento de la Universidad Pública, que pasó de recibir en transferencias de la nación en el año de 1993 el 83% de sus recursos, a recibir tan solo el 51% para el año 2008. Es claro que la decisión de los Gobiernos de las últimas dos décadas es la de profundizar el modelo más retardatario que hay en educación superior, el modelo del Banco Mundial que en sus documentos sobre educación superior[1][SM1] [SM2] , incluido el acuerdo de préstamo hecho entre Colombia y el Banco Mundial para impulsar los créditos ACCESS del Icetex, ha insistido en cuatro tareas y condiciones para la educación superior en Colombia, a saber:
1. Aumentar las fuentes de financiación privada de la educación superior pública.
2. Promover la financiación a la demanda educativa.
3. Desmontar los gastos no relacionados con la formación académica al interior de las Universidades.
4. El desarrollo de reformas académico administrativas que propendan por la eficiencia del gasto público, para liberar recursos que pueden ser utilizados por el Gobierno Nacional en el fomento de la educación secundaria.
5. Procurar el aumento de los derechos de matrícula de ser necesario, con el fin de garantizar el sostenimiento de las responsabilidades financieras, que eventualmente adquieran las Universidades.
Dicho modelo que ha sido calificado como reaccionario por el mismo rector Wasserman[2][SM3] , es paradójicamente el modelo que se abre paso en Colombia y que claramente se abre camino, por vía de la autofinanciación creciente, en la Universidad Pública y en la Universidad Nacional concretamente.
Juntar en el debate público la preocupación legítima por el financiamiento de la Universidad Pública con la necesidad de un préstamo con el sistema financiero es a nuestro juicio confundir las causas, los argumentos y las soluciones, suceso en el que ineludiblemente pierde la Universidad Pública y la nación colombiana. Es evidente que existe otra opción, una solución que históricamente ha sido adoptada por los sectores marginados para hacer respetar sus derechos o para que se les reconozcan nuevos derechos: nos referimos a la unidad de los sectores democráticos en torno al ejercicio de la resistencia civil como mecanismo para defender la financiación adecuada de la Universidad Pública, comprendiendo que la Universidad debe ser científica, democrática y estar al servicio de la nación y no del Gobierno de turno o del capital foráneo, es decir, debe tener como propósito la formación humana y no la formación de capital humano.
Sin embargo la decisión de la administración en cabeza del rector Wasserman ha sido la de acudir a los préstamos como mecanismo para autofinanciar la Universidad Pública, hecho que demuestra claramente cuál es la posición que asume la administración de la Universidad Nacional con respecto al proyecto de nación que encarna Juan Manuel Santos, proyecto que en términos educativos consiste en erosionar la capacidad financiera de la Universidad Pública sobre la base de hacer más con lo mismo y de rebuscarse por vía de la autofinanciación los recursos que sean necesarios para suplir las necesidades de la Universidad. La posición de la Representación Estudiantil ante el Consejo Académico por pregrado y por posgrado es categórica en rechazar la obtención de préstamos con la banca para suplir las necesidades de la Universidad, que para el caso son las necesidades expresadas en el programa de desarrollo sectorial de educación del Gobierno Santos en el sentido de aumentar la cobertura en Educación Superior sobre la base de los mismos recursos hasta un 47%, o lo que es lo mismo, sobre la base de menos recursos per cápita por estudiante, condición ésta –el aumento de cobertura- que además se encuentra entre los requisitos del Findeter –entidad con la que se gestiona actualmente el préstamo- en su guía de presentación de proyectos de la Línea de Créditos para el Fomento de la Educación Superior[3][SM4] , en donde se señala que los proyectos deben:
“…proponer metas claras que permitan hacer seguimiento y establecer relaciones entre el valor de los recursos asignados y las metas alcanzadas en cuanto a cobertura”.
Lo anterior evidencia que las mal llamadas locomotoras del Gobierno Santos, y concretamente la infraestructura, será financiada con recursos privados y para el caso de las Universidades Públicas serán producto de la autofinanciación.
Finalmente e invocando el espíritu reflexivo que debe tener la Universidad Nacional como centro de ideas, llamamos la atención sobre el papel de los estamentos que componen la comunidad universitaria en estos momentos de crisis de la Universidad Pública, entendiendo que en cada uno de ellos existen mentes libres que no hacen odas al nepotismo institucional disfrazado de autoridad académica, para con ellos aunar esfuerzos por construir un modelo de universidad y de nación que reconozca los derechos a todos y todas por igual, y que procure el bienestar para el conjunto de la sociedad sobre la base de la defensa de la Educación Pública como condición sine qua non del desarrollo nacional.
[1] BANCO MUNDIAL, La enseñanza superior. Lecciones derivadas de la experiencia, Washington, 1995.
[2] Sesión del Consejo Académico del 13 de noviembre de 2009
[SM1]BANCO MUNDIAL, La enseñanza superior. Lecciones derivadas de la experiencia, Washington, 1995.
[SM2]Sesión del Consejo Académico del 13 de noviembre de 2009

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